jueves, 22 de enero de 2015

El embrujo de los Pirineos y la mermelada de tomate

Ayer me bebí una copa de un Ribera del Duero que sabe a sonrisa. El aroma aterciopelado me invadió la bóveda de mi paladar, gustoso se resbaló sin prisa por mi lengua donde se reencontró la frescura de una uva joven y el casi imperceptible regusto a garnacha. Ha sido mi primera cita con las Cepas Jóvenes de la bodega Rudeles, pero, sin duda,  vamos a quedar en más ocasiones porque su sonrisa me embriaga... Sonríe igual que Lucien Briet, el viajero que Tijn y yo conocimos en los acantilados nevados que conducen de Chía al Lago Urdiceto, en el Valle de Benasque. Fue una tarde gélida de diciembre, cerca del día de mi Santo, soplaba una ventisca tan helada que se te desencajaba la mandíbula al hablar y, una vez más, nos habíamos quedado atrapados con el 4x4.
Estábamos inmovilizados en una angosta curva de una pista rural que lleva a Plan, a 1.800 metros de altitud. ¡Esto si es un plan! - pensé yo.
Mientras Tijn, audaz e inequívoco, desenrollaba el cable de acero del cabestrante y yo rezaba a los Dioses de los Pirineos para que no nos enterrara un alud, vi acercarse una sombra por detrás de mi. Era un hombre. A mi me pareció entre un milagro y una alucinación. ¿Quién osaba pasear a  la sombra con 4 grados bajo cero, tormenta de nieve y a casi 2.000 metros de altura?. Sagazmente, nos guiñó un ojo y nos invitó a beber un liquido alcohólico que llevaba en una vetusta petaca. Me hizo el mismo efecto que cuando pienso en unas zamburiñas gallegas o en los sublimes callos de Parpatana de atún con guisantes frescos que saboreé en el restaurante La Salita.
Mi hombre, el de las pecas con sabor a vainilla, se sentiría como cuando engulle un chuletón de Tudanca en los Picos de Europa.
Cómplices de la locura y una vez las ruedas del todo terreno salieron airosas del acervo de nieve, subimos los tres al coche y nos dejamos guiar por nuestro nuevo acompañante, Lucien Briet.
Los callos con guisantes de La Salita

Enamorados de su acento francés y fascinados por las historias que Lucien había vivido en Ordesa, llegamos en un abrir y cerrar de ojos a su recomendado refugio en el pueblecito de Broto: una majestuosa casona de piedra y madera que tiene nombre de pintor barroco: El Portón de Murillo.  
El Portón de Murillo en Broto (Huesca)

Subí embelesada al último piso y hallé una habitación gigante cuyo balcón miraba a la colosal cascada de Sorrosal, deprisa recorrí cada rincón,... había elegantes alfombras de piel de vaca argentina, el techo estaba decorado con estilosas lámparas afrancesadas con cristal de lágrima, y me tropecé de bruces con una descomunal bañera de hidromasaje bajo un techo abuhardillado.
Suite de El Portón de Murillo

Al lado, muy escondida, una puertecilla de color chocolate,... Tentada por mi curiosidad, giré sigilosa pero impulsivamente la manilla de la puerta y me quedé maravillada al ver una biblioteca secreta con cientos y cientos de libros.  ¡Santo Dios! ¿Había llegado al paraíso?... Cogí una vieja publicación, muy empolvada, soplé y atisbé a leer el título y el año: Bellezas del Alto Aragón. 1913. Hojeándolo descubrí miles de fotografías de Monte Perdido y Ordesa, con textos manuscritos, poesía y descripciones sobre la flora y la fauna pirenaica. Toda la estancia olía a mermelada casera de tomate y a leña, a aceite del mar, a tostada con paté de oliva y aceite de Belluga... era delicioso. Mis ojos miopes se detuvieron a leer el autor del libro y detectaron este nombre: Lucien Briet (1860-1921).
L. Briet, escritor y fotógrafo
Atónita, bajé las escaleras a la velocidad de un galgo y fui a buscar a Tijn, que supuestamente estaría conversando con nuestro nuevo amigo, el viajero Lucien,... Pero sólo descubrí el torso de Tijn, de frente a la chimenea. Le pregunté por Lucien y me miró pasmado y me dijo: No sé de quién me hablas... ¿Quieres un poco de queso curado de Laruns o prefieres Gouda?...  Me quedé perpleja. ¿Quería eso decir que yo había estado con un fantasma? ¡Lucien Briet había muerto en 1921! El embrujo de los Pirineos me había asediado.





Para los que os hayáis enamorado de la casa rural de El Portón de Murillo, aquí disponéis del contacto. Por supuesto, existe de verdad.
hotelrural@elportondemurillo.es



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