miércoles, 5 de octubre de 2016

NO HI HA A VALÈNCIA DOS AMANTS COM NOSALTRES... Enredados entre el deseo y el amor



Hay libros que besan. Besan imaginando que te acarician las olas apacibles de un mar. Así me lo susurró al oído un amante de los versos de Vicent Andrés Estellés: Si te dejas mecer por sus letras es ''com si rodoléssim per terra entre besos i arraps''. Lo sabía bien mi amiga Nica desde que sus ojos azul cristal hallaron la mirada de aquel hombre con acento francés y madre italiana, un truhán enamoradizo, que tenía una descomunal embarcación atracada en el Puerto de Barcelona. Se conocieron en la Plaça de Coll, bebiendo un gozoso Ribera del Duero, un Emilio Moro, un vino con alma que te mantiene en frenesí hasta degustar la última gota, un vino que siempre acompañaba sus encuentros clandestinos. El primer día que se encontraron, Nica sintió que la besaba el vino, y que la abrazaba el miedo. Inmersa en ese sentimiento fue a mojarse la nuca con agua 11 veces.
Ostra de Ostras Pedrín (Valencia)
Un jueves, después del placer de unas ostras, la joven rubia había decidido vestir la cama con sabanas rojas de seda, porque al hombre con acento francés, Frank, le apasionaba el color de la cereza madura, y ella quería mimarle, y que sintiera resbalar el amor entre el tejido y la piel. Esa noche Nica le pidió que la besara en los labios, algo que él sólo reservaba para su mujer... Cautivo de sus palabras, Frank confesó que se estaba enredando en el fuego del amor, y que el timón de su barco ya quería virar hacia el puerto de Valencia.
Sin avisar, una lluvia tibia comenzó a mojar  el suelo de la ciudad mientras ellos retozaban por primera vez con lascivia el salvaje amor de sus bocas. A la mañana siguiente, las hojas del otoño de un 30 de septiembre, se agitaban en el patio de la casa de Nica, palpitando más que sus corazones, barriendo la realidad, arrastrando pasiones y confundiendo el olvido.  

Tres noches después, Nica, después de pimplarse un excelente cava Priveé 18, que persuade poderosamente el paladar: Dominio de Calles, pasó la noche con un fotógrafo libertino que vive en una vetusta furgoneta hippie VW T2. De Frank solo le quedaba una nota manuscrita en la que expresaba su condición de cobarde por querer regresar al barrio de la Barceloneta con su esposa. Entre la lujuria, la embriaguez y el tormento, el fotógrafo la invitó a conocer su colección de posados, la paseó por todo su excelente trabajo profesional, donde había fotografías de modelos, de actrices, de famosas escritoras,... y ella, con un cigarro en la boca y una copa de vino Extremo del Celler Cata Ruz en la mano, se distrajo mirando la belleza ajena. Deseaba llorar y gritar porque el sexo sin amor no la complacía, simplemente era un juego con la vida que la enajenaba de lo mundano.  Miraba sin esmerada atención las fotografías, hasta que sus párpados se abrieron como alas planeadoras y sus ojos, ahora redondos, se detuvieron en una de las imágenes. La observó atónita, sin parpadear, miró las letras que figuraban en la parte inferior y descubrió un nombre casi familiar. El fotógrafo sonrió pícaramente y le dijo: esta es mi preferida, una bella y locuaz periodista que me ama en silencio,  parece que no se atreve a abandonar a su flamante marido, un francés que tiene un imponente barco con nombre de castigo: Némesis.
El Némesis de Frank
La copa del  vino Extremo que sostenía Nica se precipitó bruscamente al suelo, se hizo añicos y el liquido dorado verdejo salpicó sin piedad la fotografía de la infiel periodista. 
Extremo, en La Querencia
Los pies de Nica dieron un brinco, se aceleró a tapar sus senos desnudos con su vieja camiseta negra y salió disparada por la puerta de la furgoneta ibicenca. En el fragor de la noche, las gotas de lluvia resbalaban por la piel de mi amiga como el aceite, algunas se mezclaban en su rostro con lágrimas dulces. En la magia del silencio sonaba el jazz de Nica's Dream, el sueño de una musa.


11 días más tarde, en el magazine de Las Tardes con Marina, de CVRadio 94.5, contaban que había llegado a la Marina Real de Valencia una descomunal embarcación procedente de Ibiza y Barcelona, y que se había convertido en el restaurante chill out de moda.

Entrevistaban al propietario, un hombre con acento francés que invitaba a los valencianos a deleitarse con vino y aceite del mar (Oli del Mar) en un majestuoso barco de nombre: NICA. 
Y aunque ella no danza en la literatura de Estellés, bien podría decir: No hi ha a València dos amants com nosaltres, car d'amants com nosaltres en són parits ben pocs. 



De la mano de Jorge Navas,... Nica's dream.




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